lunes, 6 de febrero de 2012

El alma de la revolución egipcia




Un fotógrafo madrileño publica un libro con retratos de personajes de la revuelta en el país árabe

Una selección de las imágenes se expone en una galería de París



Ana Teruel París
Miguel Ángel Sánchez llegó a El Cairo en 2009 con la idea de retratar un país a través de sus habitantes, al estilo de las novelas del escritor egipcio Naguib Mahfuz. Al año de llegar, estalló la revolución que nadie anticipaba. A punto de cumplirse un año de la caída de Hosni Mubarak, el próximo 11 de febrero, inaugura en la Inception Gallery de París la exposición de sus retratos egipcios El alma del mundo. Personajes del día a día que, para bien o para mal, se han convertido en los actores del cambio, a los que ha fotografiado en estudio, lejos del tumulto de la plaza Tahrir, solos ante la cámara. El resultado es un mosaico de personajes retratados al estilo de los cuadros barrocos de Caravaggio o Ribera, cargados de simbolismo y de contrastes.

"He querido hablar de realidades que vemos en el día a día en El Cairo, el núcleo de Egipto por donde pasa todo el mundo: el acoso sexual a las mujeres, la pobreza extrema, la diferencia entre las clases sociales cada vez mayor o ese individualismo que genera la propia pobreza y que produce una suerte de picaresca española del barroco", explica el fotógrafo madrileño de 34 años, afincado en Egipto. Empezó con el retrato de un niño que jugaba al fútbol en el barrio popular en el que abrió su primer estudio. A lo largo de dos años de trabajo fueron surgiendo los personajes, desde blogueros hasta músicos, pasando por políticos o vendedores ambulantes. En medio, llegó la revolución, en la que "aquel murmullo de gente que quería expresarse pero no podía se convirtió en un grito".

De aquellas fotografías ha seleccionado 80 para representar a los 80 millones de habitantes que pueblan el país, recopilados en el proyecto El alma del mundo, un libro de fotografías y textos escritos por su compañera, la periodista Nuria Tesón, editado por Lunwerg y que acaba de salir de la imprenta. Por falta de espacio, solo 22 de ellos se pueden apreciar hasta el 25 de febrero en la galería parisiense. La exposición tiene previsto llegar a España en los próximos meses.

Para captar la esencia de sus modelos, Sánchez ha optado por descontextualizarlos, metiéndoles en un estudio "porque en la calle no eres consciente de todo lo que te rodea, no te fijas en ciertas cosas". Poco a poco, con humildad, tomándose el tiempo de conocer bien a sus protagonistas, los ha retratado con la luz como elemento central de sus composiciones. "He tenido la suerte de observar durante dos años cómo funciona el sol en El Cairo, cómo interactúa a nivel de sombras en la calle", explica Sánchez. "He intentado que en el estudio estuviera representado todo ese tipo de luz contrastada que da al personaje y crea un juego de luces y sombras brutal".

Tradiciones sociales

Entre estos personajes está Marina, la guapa universitaria, "cansada de esa sociedad en la que las tradiciones sociales mandan", quien aspira simplemente a poder trabajar sin tener que sufrir el acoso sexual a diario y escapar la suerte de su hermana, atrapada en un matrimonio de fuerza. Nos encontramos también al vendedor de jarub, una bebida local, en el que queda plasmado el "esfuerzo que supone para ese hombre cargar con un peso considerable por el hecho de refrescar a otros, es el contraste entre el que bebe y el que suda en el día a día".

No podían faltar los rostros de la revolución, como el del activista copto Kirolos Nagy, inmortalizado como un guiño a Cristo, perseguido por intentar transmitir al pueblo un discurso diferente al del régimen. Pero también están figuradas asociadas a la dictadura, como el egiptólogo Zawi Hawasz, ex secretario general del Consejo Superior de Antigüedades y exministro de Antigüedades, retratado con esa mirada despótica "que solo tienes cuando tienes a la gente controlada". Posa señalando a unas monedas de concha, que cubren parte del desierto egipcio y que los beduinos llaman el tesoro del faraón. "El motivo de su trabajo no es más que escarbar y descubrir, pero en realidad el motivo de su trabajo en este régimen ha sido el de escarbar a su propio pueblo y sacar todas las monedas que tenía", resume Sánchez.

Antes de viajar a París, el proyecto estuvo expuesto en su totalidad –los 80 retratos– en El Cairo el pasado mes de diciembre, coincidiendo casualmente con el centenario del aniversario de nacimiento de Mahfuz. En la inauguración estuvieron algunos de los protagonistas. "Estamos contentos con el resultado", dice Sánchez. "La gente se ha visto retratada. Han encontrado un elemento en todos los retratos que es la dignidad, aquella que otros habían intentado apagar durante 30 años. Ese ha sido el motor de la revolución".
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/02/03/actualidad/1328291433_136224.html

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