domingo, 12 de febrero de 2012

Los vestigios del paso árabe en Zamora, expuestos en Madrid




Equilibrio con la historia


Córdoba compagina el crecimiento urbanístico con la arqueología



Manuel J. Albert
En Córdoba, es una historia casi tan antigua como la ciudad misma. Aunque es solo desde hace unas décadas —y los últimos años especialmente— cuando se ha tomado mayor conciencia. Hablamos del eterno debate acerca de cómo preservar los restos patrimoniales que regala el subsuelo de la ciudad prácticamente a diario, cómo conservarlos, catalogarlos y, lo más difícil, integrarlos —o no— en el paisaje urbano y arquitectónico contemporáneo en el que han renacido.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/02/11/andalucia/1328987259_734494.html

El último ejemplo de este difícil equilibrio en el que vive la milenaria ciudad de Córdoba, y muchas de Andalucía, se vivió hace un mes, a cuento de las obras de construcción del futuro Instituto de Investigaciones Biomédicas Maimónides, que se levanta junto al hospital Reina Sofía, en el límite oeste de la capital. Las palas excavadores dieron con unos restos, ya catalogados previamente, de una almunia y un arrabal árabes. Lo que vendría a ser, por un lado, la traducción al mundo musulmán de Al-Ándalus de una villa romana y, por otro, vestigios de uno de los enormes barrios de aluvión que rodeaban la ciudad califal en la Edad Media.

El tratamiento que se hizo de aquellos restos despertó las suspicacias de algún grupo social que advirtió un posible expolio. Tras la investigación de la Junta se vio que la empresa estaba adaptándose a lo exigido: preservaría la almunia y construiría sobre el arrabal. La singularidad y especial valor del primer elemento lo hacen mucho más valioso, a juicio de los técnicos, que los restos de un barrio del medievo, similares a los que aparecen reiteradamente en otros puntos de la ciudad y que ya se están integrando, como en el caso de las obras del Espacio Andaluz de Creación Contemporánea.

“Los criterios que utilizamos cuando tenemos que adoptar decisiones de conservación o integración comienzan con la normativa legal. Tanto la ley de Patrimonio Histórico como el propio Plan General de Ordenación Urbana. O los criterios de organismos vinculados a la Unesco como el Icomos y que desgranan qué se debe tener en cuenta en las ciudades que poseen un importante patrimonio cultural”, explica María Isabel Humanes Rodríguez, responsable del Servicio de Bienes Culturales de la Delegación de Cultura en Córdoba.

Mucho ha llovido desde que en una ciudad como Córdoba, a mediados de los años ochenta del siglo pasado, se armase un enorme revuelo por el hallazgo de varias calles romanas y restos árabes en la excavación de un aparcamiento subterráneo, que no llegó a terminarse, en la céntrica avenida del Gran Capitán. Solo unos años después, en los trabajos de cimentación de la nueva estación del AVE, afloraron los espectaculares restos del palacio imperial romano de Maximiano. Un verdadero tesoro que terminó arrasado por el rápido avance de unas obras que iban a contrarreloj de los fastos de 1992.

Se trata de los dos ejemplos más desafortunados de la falta de integración del pasado urbano y arquitectónico con el presente. “Por desgracia hay algunos casos que en su día no se resolvieron bien porque los criterios eran otros y quizás faltase mayor concienciación del valor del patrimonio. Incluso faltaba una normativa más completa que protegiese y amparase esos restos”, sostiene Maudilio Moreno, arqueólogo de la Delegación de Cultura de Córdoba. “A partir de esos casos negativos creo que empezó a tomarse conciencia de que había de combinarse el desarrollo urbanístico con la conservación”, prosigue.

En ese ambiente, se redactó el PGOU de Córdoba, donde se dibujó todo el termino municipal, dividido en 25 zonas arqueológicas que delimitan su mayor o menor protección arqueológica. “Siempre en virtud de la carga de restos detectada por otras actividades y siempre dentro de un margen de previsibilidad. Porque la arqueología no es una ciencia exacta”, matiza Moreno.

El Plan General no hace distinciones entre lo romano o lo árabe, sino que se aferra a las cuestiones de singularidad, el estado de conservación de los restos y el que estos sean o no un arquetipo representativo, un modelo con valores didácticos de otros elementos semejantes. Algo así se encontró en las obras de la estación de autobuses de Córdoba, que sí fueron capaces de integrar una casa árabe modelo, muy bien conservada y hoy en día visitable.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/02/11/andalucia/1328987259_734494.html

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