La necrópolis data de mediados del siglo IX, con restos de quienes fueron enviados por el emir de Córdoba para controlar las estratégicas tierras del Jalón
La técnica del Carbono-14 ha permitido fechar las 62 tumbas musulmanas encontradas por los arqueólogos en un paraje de las afueras de Calatayud, en el mismo lugar donde hace más de 2.000 años hubo una ciudad celtíbera. Se trata de la necrópolis musulmana más antigua encontrada hasta la fecha en el término municipal de Calatayud. Data de mediados del siglo IX, casi doscientos años anterior a la que se halló hace unos años en el propio casco urbano de Calatayud, en la zona de la Puerta de Terrer, que data de entre los siglos X y XII, y que fue el cementerio islámico de la ciudad.
La necrópolis que se ha hallado ahora no está ligada a ciudad alguna, sino que es un «cementerio de guerra». Allí se dio sepultura a decenas de guerreros musulmanes que murieron durante las batallas por el control de estas tierras de Calatayud, en el estratégico cruce de los valles del Jalón, el Jiloca y el Ribota, un histórico cruce de caminos entre el Levante, la Meseta y el valle del Ebro.
ABC ya avanzó el pasado septiembre el hallazgo de esta necrópolis. Lo que quedaba por confirmar era su datación. Esto se ha hecho en los últimos meses. El equipo arqueológico dirigido por los profesores zaragozanos Carlos Saenz Preciado y Manuel Martín Bueno envió a un laboratorio de Londres varias muestras de los restos hallados en estos enterramientos. Los análisis indican que datan de entre los años 840 y 870.
Esto encaja con los relatos históricos que dejaron varios autores musulmanes de la época, en los que se fechaba la fundación del Calatayud islámico a mediados del siglo IX. Sin embargo, diversos autores contemporáneos apuntaban a que el Calatayud musulmán se había fundado en el siglo VIII, pocas décadas después de que el Islam controlara la Península.
Ahora, el hallazgo de esta necrópolis en Calatayud tumba esta tesis y, por vez primera, constata con restos arqueológicos lo que dejaron escrito los propios historiadores musulmanes de la época: que la fundación musulmana de esta ciudad tuvo lugar a mediados del siglo IX, y no antes.
La incógnita visigoda
Carlos Saenz ha explicado a ABC que esto no significa que no hubiera previamente población en lo que hoy es Calatayud. «La lógica dice que por entonces ya debía existir un poblado o una ciudad, pero no propiamente islámica». En lo que hoy es Calatayud, la arqueología ha ido certificando en las últimas décadas que ya hubo un poblado celtíbero, que luego se sustituyó por otro poblado romano y, por tanto, la lógica indica que después tuvo continuidad durante la etapa visigoda, hasta que se produjo la invasión musulmana de la Península.
Sin embargo, hasta el momento se han encontrado certezas arqueológicas de la existencia de una ciudad de mayor o menor dimensión en todas esas épocas, pero no se han hallado hasta la fecha restos físicos de un poblado visigodo, aunque la lógica apunta que existió y que luego fue sustituido por el Calatayud musulmán.
Esta última necrópolis hallada ahora en el paraje de Valdeherrera está formada por tumbas de guerreros enviados por el emir de Córdoba cuando la dinastía de los Banu Qasi se rebeló, a mediados del siglo IX. Los Banu Qasi no eran musulmanes en sentido estricto. Eran descendientes de una nobleza autóctona, que ya existía en época visigoda, que tras la invasión musulmana de la Península se convirtió al Islam y se alió con el emirato.
Para atajar esa rebelión, el emir envió a las tierras del Jalón a tropas que pasaron a controlar este enclave. Tras ello, se envió como nuevos pobladores a familias tuyibíes (linajes originarios del Yemen). Fue también a partir de ese momento, mediados del siglo IX, cuando además de constituirse realmente el Calatayud musulmán se procedió a construir la amplia fortificación islámica de esta ciudad.
La técnica del Carbono-14 ha permitido fechar las 62 tumbas musulmanas encontradas por los arqueólogos en un paraje de las afueras de Calatayud, en el mismo lugar donde hace más de 2.000 años hubo una ciudad celtíbera. Se trata de la necrópolis musulmana más antigua encontrada hasta la fecha en el término municipal de Calatayud. Data de mediados del siglo IX, casi doscientos años anterior a la que se halló hace unos años en el propio casco urbano de Calatayud, en la zona de la Puerta de Terrer, que data de entre los siglos X y XII, y que fue el cementerio islámico de la ciudad.
La necrópolis que se ha hallado ahora no está ligada a ciudad alguna, sino que es un «cementerio de guerra». Allí se dio sepultura a decenas de guerreros musulmanes que murieron durante las batallas por el control de estas tierras de Calatayud, en el estratégico cruce de los valles del Jalón, el Jiloca y el Ribota, un histórico cruce de caminos entre el Levante, la Meseta y el valle del Ebro.
ABC ya avanzó el pasado septiembre el hallazgo de esta necrópolis. Lo que quedaba por confirmar era su datación. Esto se ha hecho en los últimos meses. El equipo arqueológico dirigido por los profesores zaragozanos Carlos Saenz Preciado y Manuel Martín Bueno envió a un laboratorio de Londres varias muestras de los restos hallados en estos enterramientos. Los análisis indican que datan de entre los años 840 y 870.
Esto encaja con los relatos históricos que dejaron varios autores musulmanes de la época, en los que se fechaba la fundación del Calatayud islámico a mediados del siglo IX. Sin embargo, diversos autores contemporáneos apuntaban a que el Calatayud musulmán se había fundado en el siglo VIII, pocas décadas después de que el Islam controlara la Península.
Ahora, el hallazgo de esta necrópolis en Calatayud tumba esta tesis y, por vez primera, constata con restos arqueológicos lo que dejaron escrito los propios historiadores musulmanes de la época: que la fundación musulmana de esta ciudad tuvo lugar a mediados del siglo IX, y no antes.
La incógnita visigoda
Carlos Saenz ha explicado a ABC que esto no significa que no hubiera previamente población en lo que hoy es Calatayud. «La lógica dice que por entonces ya debía existir un poblado o una ciudad, pero no propiamente islámica». En lo que hoy es Calatayud, la arqueología ha ido certificando en las últimas décadas que ya hubo un poblado celtíbero, que luego se sustituyó por otro poblado romano y, por tanto, la lógica indica que después tuvo continuidad durante la etapa visigoda, hasta que se produjo la invasión musulmana de la Península.
Sin embargo, hasta el momento se han encontrado certezas arqueológicas de la existencia de una ciudad de mayor o menor dimensión en todas esas épocas, pero no se han hallado hasta la fecha restos físicos de un poblado visigodo, aunque la lógica apunta que existió y que luego fue sustituido por el Calatayud musulmán.
Esta última necrópolis hallada ahora en el paraje de Valdeherrera está formada por tumbas de guerreros enviados por el emir de Córdoba cuando la dinastía de los Banu Qasi se rebeló, a mediados del siglo IX. Los Banu Qasi no eran musulmanes en sentido estricto. Eran descendientes de una nobleza autóctona, que ya existía en época visigoda, que tras la invasión musulmana de la Península se convirtió al Islam y se alió con el emirato.
Para atajar esa rebelión, el emir envió a las tierras del Jalón a tropas que pasaron a controlar este enclave. Tras ello, se envió como nuevos pobladores a familias tuyibíes (linajes originarios del Yemen). Fue también a partir de ese momento, mediados del siglo IX, cuando además de constituirse realmente el Calatayud musulmán se procedió a construir la amplia fortificación islámica de esta ciudad.
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