sábado, 7 de abril de 2012
Las primeras pruebas arqueológicas de la Cristiandad resurgen en Jerusalén
Las huellas más antiguas de los primeros cristianos se han encontrado en Jerusalén, en el barrio-asentamiento de Talpiot Este, bajo un bloque de viviendas, en las llamadas Tumbas del Patio, a unos cuatro kilómetros de la Ciudad Vieja.
Carmen Rengel / Jerusalén
Cuatro son los principales descubrimientos: los signos cristianos más antiguos, aproximadamente de antes del año 70 d.C., el primer testimonio en la Historia sobre la resurrección de Jesús a través de inscripciones y dibujos en las paredes de los osarios, la primera representación de un relato bíblico (el de Jonás, cincelado en la piedra) y se ha localizado la primera manifestación no oral de las enseñanzas de Jesús.
Las huellas más antiguas dejadas por los primeros cristianos están desde ayer miércoles al descubierto. Se han encontrado en Jerusalén, en el barrio-asentamiento de Talpiot Este, bajo un bloque de viviendas, en las llamadas Tumbas del Patio, a unos cuatro kilómetros de la Ciudad Vieja.
El cineasta canadiense Simcha Jacobovici y el profesor de Estudios Religiosos de la Universidad de Carolina del Norte, James D. Tabor, han presentado en la mañana de ayer el resultado de cinco años de trabajo, resumidos en el documental 'El misterio de la tumba de la resurrección', que estrenará el día 12 Discovery Channel y que ha tomado también forma de libro, 'The Jesus discovery'.
Cuatro son sus conclusiones básicas: han descubierto los signos cristianos más antiguos, aproximadamente de antes del año 70 d.C., han hallado el primer testimonio en la Historia sobre la resurrección de Jesús, a través de inscripciones y dibujos en las paredes de los osarios, han localizado la primera representación de un relato bíblico (el de Jonás, cincelado en la piedra) y se han topado con la primera manifestación tangible, no oral, de las enseñanzas de Jesús.
Todo comenzó en 1981, cuando en un movimiento de tierras se localizó un enterramiento en el Jerusalén ocupado, una cueva rectangular con varios túneles cavados en la roca. La dataron en el segundo tercio del siglo I, antes de la destrucción de Jerusalén por los romanos. La tumba comunitaria se tapó y, con los años, sobre ella se construyeron incomprensiblemente bloques de vecinos. “¿Por qué? No lo sabemos, como tampoco podemos aclarar por qué se han perdido algunas fotos y grabaciones de las que se hicieron entonces, por qué es casi imposible arrancarle una palabra a los arqueólogos que trabajaron allí, por qué hay documentos en la Autoridad de Antigüedades que no aparecen, por qué incluso podría faltar una urna”, explica Jacobovici.
En 2007, el documentalista, junto al director de cine James Cameron ('Titanic', 'Avatar'), ya trabajó en la zona del hallazgo, donde localizaron otra tumba múltiple muy controvertida, en cuyos nichos encontraron inscripciones como “Jesús, hijo de José”, “María”, “José”, “Mateo”, “Mariamenou” y “Judas, hijo de Jesús”, nombres que podrían dar a entender que se trata del enterramiento de Cristo y su familia, incluyendo la polémica versión de la unión con María Magdalena y la descendencia del Hijo de Dios. Jacovobici conocía el terreno y, tras hacer un reportaje sobre aquella tumba –hoy tapada con una capa de hormigón en mitad de un jardín comunitario–, se obcecó en conocer lo que se había ocultado hace 30 años. Tras indagar y superponer mapas, localizaron un pasillo, en la planta baja del número 8 de un complejo residencial sin nombres de calles. Había que excavar.
Sin embargo, la oposición vecinal fue importante, especialmente la de los judíos ultraortodoxos de la zona, que trataron de apalear a los investigadores al grito de “nazis”, cuando el propio Jacobovici desciende de supervivientes del Holocausto. Tocó poner de acuerdo a autoridades policiales, religiosas y vecinales y, al fin, lograron permiso para explorar con un georadar un feo corredor de losas blancuzcas y luz artificial. Fue en abril de 2010. Un equipo de técnicos canadienses se trasladó a Jerusalén con una cámara multifocal, con brazo articulado, que introdujeron por cañerías de hormigón, allí donde las ondas indicaban que había un hueco en el subsuelo. Y allí estaba la cámara tapiada en los 80, un cuerpo cuadrado de tres por tres metros con nueve pequeños túneles, cuatro de ellos con urnas funerarias.
Empieza la búsqueda. El primer sarcófago sólo arroja una nota de color: rosetones cincelados, pura decoración, y un símbolo, similar a la hoja de una espada, representación hebrea del nefesh, referente del alma inmortal. En el siguiente pasillo, donde había tres cajas, encuentran una inscripción, “Mara”, sinónimo de “María”. Un poco más allá, hallan huesos largos y una calavera. La cámara se aproxima entonces al primer gran descubrimiento: en un grupo de dos urnas, una de ellas desvela en su lateral una cruz; las investigaciones más recientes, dice Tabor, contradicen la tradición de que la cruz es un símbolo cristiano posterior al siglo IV, ya que han aparecido muestras del siglo I en Galilea o Nápoles. Además, en la cara más larga de la tumba, encuentran un pez escamado, con lo que podría ser la cabeza de un hombre en su boca, símbolo del relato de Jonás y la ballena. El pez fue, en los primeros años de la fe, símbolo de resurrección. En la cara contraria, tres pececillos, como si la caja fuera un dibujo completo del mar.
La urna que le sigue es otra joya: tiene los mismos rosetones que la primera pero entre los círculos resurge una inscripción. Revisada por expertos en lenguas antiguas y diversos arqueólogos, arroja el siguiente texto: “Dios-Iaio-Upso-Agba”, esto es, “Dios, Jehova, resucitó, resucitó” o “Señor Jesús se elevó, se elevó”. Primera y tercera palabra, en griego. Segunda y cuarta, en hebreo. Una mezcla de nuevos conceptos cristianos con la terminología propia del judaísmo para expresar la elevación del espíritu. Nunca antes se había encontrado una señal tan antigua de uno de los pilares clave del Cristianismo.
Tabor y Jacobovici manejan la posibilidad de que la Tumba del Patio sea una propiedad que tenía en la zona la familia de José de Arimatea, el hombre que cedió su sepulcro para enterrar al Nazareno, como indican varios testimonios contemporáneos a las tumbas. “Estamos a medio camino entre la tumba de Herodes [muy cerca de la actual ciudad palestina de Belén] y el Monte del Templo, a un paso de la Colina del Mal Consejo, donde Judas cerró la entrega de Jesús, también de la tumba de Caifás, todos grandes del momento, como el rico Arimatea, que significa en hebreo “dos colinas”, que es lo que tenemos justo aquí. Y está muy cerca la posible Tumba de la Familia, incluso de Jesús. Realmente hay piezas que encajan, pero no afirmaremos nada”, explica el profesor. “Lo que está claro es que estamos ante señales de los primeros seguidores de Cristo no sólo en Jerusalén sino en todo el mundo”, insisten los especialistas.
Ahora queda esperar la reacción de las autoridades cristianas, muy críticas con los hallazgos de la Tumba de la Familia. “Esta vez no hay relaciones personales ni sexualidad de por medio, sólo símbolos que atestiguan una creencia”, dice, algo picado, el documentalista canadiense. De momento, sus réplicas de las urnas se han convertido en el acontecimiento de la Semana Santa en la capital de la pasión y muerte de Jesús.
http://www.arndigital.com/cultura-y-sociedad/noticias/1797/las-primeras-pruebas-arqueologicas-de-la-cristiandad-resurgen-en-jerusalen-160/
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