Las excavaciones arqueológicas en Vigaña descubren asentamientos de varias épocas que contribuyen a comprender la evolución del poblamiento en Asturias
Asturias es un paraíso cultural. El grupo de investigadores liderado por la historiadora y arqueóloga Margarita Fernández Mier está excavando en los alrededores de Vigaña, en Belmonte de Miranda, desde el 1 de julio, para poder comprender y documentar una serie de asentamientos que van desde la época romana hasta la Alta Edad Media. «Excavamos en Vigaña porque hay yacimientos de varios tipos que permiten entender la historia de Asturias», explica. Estos trabajos los comentan in situ todos los viernes de julio con excursionistas que salen a las once de la mañana de la Oficina de Turismo de la capital del concejo. Por las tardes, en el edificio sociocultural, importantes investigadores ofrecen conferencias.
Estarán en Vigaña hasta finales de mes; previamente, han realizado prospecciones en la zona «para luego decidir dónde excavar», detalla. Ahora mismo se encuentran con dos catas abiertas, una en un prado y otra en un bosque en el que ya antiguamente los vecinos sabían que había un castro. Llevan tres años trabajando en la tesis de Fernández Mier y ya han realizado investigaciones en Cea (León) y en Vigaña, donde, el pasado año, encontraron, bajo un hórreo, vestigios de ocupación desde el siglo VII hasta hoy.
Las catas se encuentran en zonas de cultivo medieval y moderno; por esa razón, los más mayores del pueblo conocen la existencia del castro, que, con anterioridad a la Guerra Civil, probablemente se encontraba al descubierto. En la primera cata, en la pradería, han encontrado evidencias de estructuras domésticas, «probablemente anteriores a los romanos», valora Fernández Mier.
Todo lo que recaban en la excavación, como muestras de polen, piedras y huesos, se envía al laboratorio de la Universidad de León, que lo examina. También remiten materiales a Napóles, donde se realiza un análisis de isótopos que permite conocer qué se cultivaba.
El proyecto de Vigaña forma parte de una investigación en red con otras universidades españolas, como la Complutense de Madrid, País Vasco y Salamanca y otras europeas, de Islandia, Italia, Inglaterra y Noruega. Todos los científicos pondrán en común los resultados en una monografía en lengua inglesa.
En las excavaciones del castro han podido conocer «un hábitat de hace unos 3.000 años, donde vivían grupos castreños de la cornisa cantábrica que se movían habitualmente», comenta Daniel González, uno de los investigadores, quien añade que, en un momento dado, «se produce un cambio cultural y social, y estos grupos comienzan a establecerse en castros estables, que son las primeras aldeas». De ese tiempo se sabe que «el clima era más o menos parecido al de ahora» (en época romana, fue más cálido) y deducen que existía más vegetación arbórea. Los constructores del castro «aprovechaban el terreno para la monumentalizar la edificación, con muros y zanjas», explica González
http://www.lne.es/occidente/2012/07/14/belmonte-desentierra-la-historia/1270380.html
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