domingo, 8 de abril de 2012

Los vándalos destrozan varios paneles de las Torres de Altamira



Aparecieron inscripciones que indican fallos en la reconstrucción




Tamara Montero

santiago / la voz 08 de abril de 2012 05:05




Declarado Ben de Interese Cultural y adquirido por la Diputación en 1973, muchos vecinos de la comarca todavía desconocen el tesoro que guarda Brión: las Torres de Altamira, una fortaleza del siglo IX construida en la misma zona que un antiguo castro celta, un mirador privilegiado desde el que otear todo el Val da Maía. Un patrimonio arquitectónico que hasta hace poco contaba con paneles indicadores que repasaban la historia de la construcción que en 1073 fue arrasada por Gonzalo de Moscoso. Sin embargo, los vándalos han pasado por la zona y se han llevado con ellos la mitad de los paneles informativos, además de terminar con alguna que otra peana.

Prácticamente muda lleva la construcción varias semanas. Prácticamente porque, al mismo tiempo que desaparecían las placas colocadas por la Diputación, otras indicaciones aparecían, esta vez sobre la misma piedra. Escritas con tiza, muestran que algunas de las losas que permanecen en el suelo son parte de un arco -concretamente la clave y alguna doela- e incluso se realiza un boceto de lo que debería ser. También aluden a lo que todavía queda por excavar, al menos, un sótano en otra zona de las ruinas. Y saca los colores a los que se encargaron de la reconstrucción parcial del complejo: en la única torre que queda en pie -de «tres alturas» y que tiene todavía bajo tierra «un ou dous sotos»- la saetera está «fóra de sitio e ao revés».



Ascensión y declive

El castillo, arrasado por los irmandiños en el siglo XV, llegó a tener seis torres y contaba además con un pazo. En el siglo XVI, el quinto conde de Altamira, Lope de Moscoso Osorio, ordenó construir una capilla bajo la advocación de los Reyes Magos.

Sin embargo, la fortaleza sufrió un incendio en el siglo XVIII que afectó sobre todo al pazo y que favoreció su abandono, a lo que contribuyó también que había dejado de ser el domicilio habitual de sus dueños. El verdadero declive, según resalta el autor Clodio González Pérez, se produjo en el siglo XIX, cuando las torres fueron adquiridas por un campesino que utilizó la piedra para edificar su propia casa y realizar otras obras. Una vez en manos del arzobispado, el conjunto abasteció de material las obras de la iglesia parroquial y de la capilla de Santa Minia.

Finalmente, otro rico emigrante desmanteló la capilla de los Reyes Magos y la torre del homenaje. El complejo quedó, desde entonces, en ruinas.
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/santiago/2012/04/08/vandalos-destrozan-varios-paneles-torres-altamira/0003_201204S8C6991.htm

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