Javier Martín edita los manuscritos en los que su padre trabajó durante
años.
Raquel Corral
El pueblo de Aviados nunca
encontrará un estudioso mejor que Luis Martín y Barredo, un gijonés que dedicó
buena parte de su vida a investigar las costumbres y tradiciones de este pueblo
leonés. Sin ningún lazo familiar que le uniera a estas tierras y con toda la
dedicación que exige este tipo de estudios, Luis se lanzó a la
aventura.
Su hijo Javier Martín, historiador de profesión, cuenta que
llegaron al pueblo casi por casualidad. «Fue por una visita, aquí no teníamos
familia. Nosotros pasábamos los veranos en León capital y un día vinimos a hacer
una visita a Aviados. Mi padre se enamoró del pueblo. Había una casa en venta,
la compró y hasta hoy en día.»
La labor de este delineante que se hizo
historiador por amor al arte quedó reflejada para la posteridad en dos libros.
El primero de ellos, publicado en el año 2009, hace un extenso recorrido por las
costumbres del pueblo. En este volumen juega una parte muy importante el
castillo de los Guzmanes, en Aviados. «El castillo le llamó mucho la atención e
investigó sobre él hasta el punto de intentar que se hiciera una
reconstrucción». Pero no sólo el castillo centra la atención de este inquieto
‘historiador’: habla con los mayores del lugar y conversa con ellos para
sonsacarles detalles sobre la vida de antaño, consiguiendo de esta manera una
amplia recopilación sobre la gastronomía, la flora y la fauna local, cánticos
que se creían olvidados... un auténtico trabajo de campo.
El segundo
volumen de Luis Martín y Barredo es un libro póstumo publicado hace justo un año
con motivo del aniversario de su fallecimiento. Esta segunda obra aparece
escrita a mano, y es esa escritura amanuense la que le confiere un encanto
especial. «En el primer trabajo la gente mayor deja su testimonio. La segunda es
una labor más incómoda, de biblioteca, archivo... una tarea más difícil. En el
primer libro que publicó mi padre le eché una mano, pero en el segundo
no».
Los escritos de Luis son si cabe más valiosos cuando uno piensa que
su verdadera profesión no era la de historiador, ni si quiera estaba próximo a
ese oficio. Sin embargo, realizó la tarea de manera impecable. «Mi padre exhumó
fuentes que no ha tocado nadie nunca. Sacó muchísima información. Cuando se
jubiló estuvieron aquí unos años y todo ese tiempo lo dedicó al pueblo. Además
nunca hubo ningún problema con la gente de aquí, todo lo contrario. Llegamos
como visitantes y nos quedamos como vecinos».
Tal fue el trabajo de Luis
que incluso llegó a tener responsabilidades en la junta vecinal del pueblo,
llegando a ser presidente de la asociación cultural La Chorrina. Este último
cargo lo ocupó durante la primera legislatura para preservar el patrimonio
histórico del lugar. También aconsejó en labores de asesoría urbanística,
artística y cultural desde su cargo de secretario de la junta vecinal de
Aviados.
El legado de Luis pervive en su hijo Javier, un historiador
concienciado con la cultura y el patrimonio del pueblo de Aviados. Sin embargo,
el trabajo de Luis Martín quedo inconcluso. «Mi padre luchó por el pueblo,
intentó crear un museo etnográfico, llevó a cabo pequeñas iniciativas vecinales
e incluso propuso tareas al ayuntamiento. El camino se inició, ahora queda que
se siga desde otros ámbitos».
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