Los arqueólogos que están trabajando en el yacimiento de la cueva Riocueva de Entrambasaguas han anunciado el hallazgo de un "excepcional" anillo de oro de la época visigoda, según informa en nota de prensa del Gobierno de cantabria.
Los arqueólogos que están trabajando en el yacimiento de la cueva Riocueva de Entrambasaguas han anunciado el hallazgo de un "excepcional" anillo de oro de la época visigoda, según informa en nota de prensa del Gobierno de cantabria.
La pieza presenta una "curiosa" decoración formada por cuatro letras enfrentadas de dos en dos, dispuestas de forma muy similar a los segmentos de círculo que adornan algunas de las estelas discoideas gigantes cántabras del Valle de Buelna.
Esas letras parecen formar la palabra PAVL(A), seguramente el nombre de la persona que lo llevaba puesto cuando fue enterrada en la cueva.
Su reducido diámetro permite suponer que Paula era apenas una niña cuando murió, señala el Ejecutivo.
En esta época el oro solía mezclarse con plata para la elaboración de joyas y monedas.
El anillo de Riocueva ha sido analizado y contiene un 80% de oro y un 20% de plata.
Aunque se trata de objetos bastante frecuentes en los contextos funerarios de época visigoda, lo habitual es que los anillos sean de bronce o más raramente de plata, lo que convierte a este ejemplar en una pieza excepcional.
La primera campaña de excavación en este yacimiento se desarrolló en el otoño de 2011, con financiación de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria.
Contó con la participación de una docena de voluntarios que, bajo la dirección de los arqueólogos José Ángel Hierro Gárate y Enrique Gutiérrez Cuenca, excavaron en diferentes puntos y realizaron una prospección sistemática de las galerías.
En esos trabajos se recuperaron restos humanos de al menos cuatro individuos, fechados por, carbono 14, en torno a los siglos VII y VIII, y un buen número de objetos que les acompañaban en su última morada.
La excavación llevada a cabo en Riocueva se integra dentro del Proyecto Mauranus, dedicado al estudio de la Tardoantigüedad y la Alta Edad Media en Cantabria, a través de la arqueología.
La investigación tiene un enfoque multidisciplinar y cuenta con la colaboración y el asesoramiento de numerosos especialistas de diversas instituciones, como la Universidad de Cantabria (UC), el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, la Universidad de Valencia, la Universidad del País Vasco, la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Poznan (Polonia), el Museo de Altamira o el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria.
Esta colaboración está permitiendo realizar estudios sobre el yacimiento y sus materiales en diferentes campos, alguno de ellos pioneros en la región: análisis de paleomicrobiología, estudios de paleodieta, análisis químicos de materiales, estudios antropológicos, arqueobotánicos, etc.
Además, los materiales arqueológicos están contribuyendo en gran medida a mejorar el conocimiento sobre las producciones metálicas y alfareras de los inicios de la Edad Media en Cantabria.
Teniendo en cuenta la pequeña superficie excavada durante 2011, todo hace suponer que el número de hallazgos relevantes puede repetirse en las siguientes campañas, aumentando, si cabe, la importancia de un yacimiento que está llamado a convertirse en una referencia clave para el estudio arqueológico de los inicios de la Alta Edad Media en el norte peninsular.
Está previsto retomar las excavaciones en septiembre de 2012.
LA CUEVA DE RIOCUEVA
Hace unos 1.300 años, a finales de la época visigoda, los habitantes de una aldea cercana utilizaron la cueva de Riocueva, situada muy cerca de Hoznayo (Entrambasaguas, Cantabria), para dar sepultura a algunos miembros de la comunidad.
Las galerías interiores de la gruta, que ya había sido ocupada en tiempos prehistóricos, se convirtieron así en un improvisado cementerio a comienzos de la Edad Media.
La costumbre de enterrar en las cuevas, frecuente en Cantabria durante la Prehistoria, desapareció durante milenios y sólo se recuperó, de forma esporádica, en algunos lugares en época visigoda, sin que aún estén claros los motivos.
Aunque lo habitual en esos momentos de inicios de la Edad Media era que los muertos descansasen en cementerios al aire libre, por alguna razón algunos individuos fueron sepultados en el interior de cuevas.
Los hallazgos realizados en la primera campaña aportan una importante información sobre los modos de vida de las poblaciones rurales en época visigoda: cómo vestían, qué comían, qué tipo de utensilios usaban en sus tareas cotidianas, con qué se adornaban, cuáles eran las materias primas que utilizaban, etc.
Su relevancia es mayor si se tiene en cuenta que se trata de una época apenas conocida de la historia de la región.
Algunos de los objetos recuperados no habían sido documentados hasta la actualidad en yacimientos de ese periodo en Cantabria, como una copa de vidrio, un anzuelo, cuentas de collar de pasta vítrea de forma tubular e incluso restos de tejido o granos de cereal (mijo).
Además, los difuntos estaban acompañados de vasijas de cerámica, cuchillos, ganchos de huso, una cadenilla de bronce y al menos un recipiente de hierro chapado en ese mismo metal.
También se han conservado varios elementos correspondientes a prendas de vestir y a calzado, como tachuelas de hierro utilizadas en las suelas de las botas o sandalias y el hebijón de cobre de un broche de cinturón.
Aunque, sin duda, el hallazgo más relevante ha sido el de un pequeño anillo de oro con una inscripción.
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