sábado, 7 de julio de 2012

El patrimonio sirio, rehén de la guerra

Un grupo de arqueólogos denuncia que lugares considerados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO han quedado integrados en el conflicto armado y pide a la comunidad internacional que exija a Siria cumplir con los acuerdos internacionales que le obligan a protegerlos.
Algunos yacimientos han quedado convertidos en campo de batalla, otros son bombardeados por la artillería de Damasco y en algunos casos los emplazamientos son usados como posiciones militares. El precario estado de los museos y saqueos iniciales hacen temer que se produzca un expolio como el del Museo Nacional de Bagdad de 2003.


La fortaleza de Qalaat al Mudiq se yergue majestuosa sobre la verde colina de Apamea, una ciudad greco-romana que fue incluida en la Lista Indicativa de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1999. No se percibe gente a la vista, más allá del ciudadano de voz temblorosa que graba el suceso para que queden pruebas. De pronto, una explosión de artillería impacta sobre sus muros del siglo XII levantando una enorme polvareda. Lo mismo ocurre en la siguiente secuencia. En la tercera, el proyectil impacta sobre el monte y en la cuarta, sobre el núcleo urbano que se sitúa en la falda de la montaña. La mezquita queda seriamente dañada por el ataque. Las imágenes evocan lejanamente otro atentado contra la herencia cultural mundial, no tan lejano en el tiempo: la destrucción de los Budas de Bamiyán acometida por los talibán.

La población civil de Siria no es la única víctima de la guerra que ha lanzado el régimen en respuesta al levantamiento social: el patrimonio histórico de uno de los países más ricos, culturalmente hablando, de Oriente Próximo se ha convertido en rehén del conflicto y, si éste se alarga en el tiempo, corre el riesgo de sucumbir al mismo privando a la Humanidad de algunas de sus representaciones históricas más relevantes y reveladoras.

Palmira, Alepo, Damasco, Bosra, las Ciudades Muertas, el Crac de los Caballeros y el Castillo de Saladino son los lugares clasificados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en serio riesgo, así como otras 18 zonas incluidas en la Lista Tentativa elaborada por la agencia cultural de la ONU que incluye precisamente Apamea. A estos lugares hay que sumar los centros religiosos e históricos que han resultado dañados en estos 16 meses de insurrección, represión y combates, como las mezquitas de Daraa, Bosra o Inkhil (las dos primeras del siglo VII), la mezquita de Khaled ibn Al Walid de Homs, donde reposan los restos del compañero del Profeta Mahoma con el mismo nombre, las mezquitas de Ariha y Sermin, en la provincia de Idlib, y los templos cristianos de Notre-Dame de Seydnaya, la Catedral de la Santa Virgen de Umm al Zinnar de Homs o el Monasterio de Deir Mar Mussa, cuyos vestigios se remontan al siglo XI.

“En el caso de Apamea, en el interior de la fortaleza se encuentra hoy el pueblo del mismo nombre, Qalaat al Mudiq, donde reside población civil, lo cual hace aún más grave lo que está ocurriendo. El bombardeo de una localidad con una zona protegida internacionalmente va en contra de toda declaración sobre Patrimonio que haya firmado el régimen sirio”, explica desde Bruselas el arqueólogo español Rodrigo Martín Galán, portavoz del grupo El Patrimonio Arqueológico Sirio en Peligro, una iniciativa lanzada en marzo de 2011 por arqueólogos sirios y franceses, junto al propio Martín Galán, para concienciar al mundo sobre los riesgos que corre el legado cultural sirio e instar a la comunidad internacional a actuar para defenderlo.

Los arqueólogos, todos con amplia experiencia de campo en Siria, alimentan su grupo Facebook con vídeos y fotografías de los daños al patrimonio como los que ilustran este reportaje. Sus fuentes dentro del país son “competentes”, advierte el portavoz, si bien anónimas para evitar ser objeto de presiones por parte del régimen, lo que les permite contrastar las imágenes que llegan desde Siria y que muestran daños o atentados patrimoniales. Sus preocupaciones son infinitas. “Los riesgos para el patrimonio son varios: los bombardeos, como los que han destruido las muestras de arquitectura otomana de la ciudad de Homs, los saqueos al socaire del vacío de poder, los yacimientos convertidos en campos de batalla o en posiciones militares y el peligro que corren los museos”, explica.

Coincide con él la investigadora británica de la Universidad de Durham Emma Cunliffe, autora del estudio La Herencia Cultural Siria, en Peligro, un descriptivo informe donde se detallan cuáles son los yacimientos en riesgo. “No creo que ningún lugar pueda ser considerado seguro en esta situación”, explica a Periodismo Humano. “Dadas las dificultares para actualizar y verificar la información desde Siria, no quiero especular pero la lista de lugares que sabemos que han sido dañados es extensa e incluye la mayor parte de zonas consideradas Patrimonio de la Humanidad, muchas candidatas a serlo y numerosos edificios importantes y religiosos”.

Sobre la lluvia de artillería, los expertos del mencionado grupo recuerdan que semejante agresión “falta a los compromisos adquiridos mediante tratados internacionales”. Las agresiones más violentas documentadas por este grupo de expertos incluyen las Ciudades Muertas -40 localidades datadas entre los siglos II y X, inscritas en la Lista de Patrimonio de la Humanidad como parque arqueológico, y que contienen desde templos paganos o iglesias cristianas hasta baños púbicos y monumentos funerarios- donde los bombardeos “han sido perpetrados por el Ejército sirio y las Fuerzas de Seguridad”. También han sufrido bombardeos yacimientos y monumentos de la provincia de Daraa como las ciudades de Inkhil y Bosra (capital de la provincia romana de Arabia, con un teatro del siglo II y una fortaleza ayúbida del s. XIII, declarada en 1980 Patrimonio de la Humanidad), en la región de Deir al Zor (denuncian que el yacimiento de Sheikh Hamad se ha convertido en escenario de batallas), monumentos históricos de Homs (como su ciudadela) o Hama (cuyo conjunto hidráulico, compuesto por un acueducto y 17 norias, fue presentado por el régimen sirio como candidato a la ampliación de la Lista de Patrimonio Mundial en 1999) y el Crac de los Caballeros (el castillo cruzado mejor conservado del mundo).

Pero el problema no es sólo ese: en muchas zonas de interés arqueológico, el Ejército ha erigido posiciones militares para proteger a su personal así como a sus piezas de artillería, lo que implica excavar trincheras y refugios “acabando con la secuencia estratigráfica”, recuerda Martín, que permite ayudar a datar los hallazgos y que, en los países europeos, está protegida por ley. En cuanto a los Tells, colinas formadas por la superposición de asentamientos arqueológicos, su situación geográfica las convierte en una posición estratégica. “En el caso del Tell Sheikh Hamad, un asentamiento asirio con varios templos, sabemos que se ha convertido en escenario de combates y que ha habido desperfectos, si bien es imposible evaluarlos”.

Los arqueólogos del mencionado grupo denuncian que la guerra ha “transformado” en campos de batalla las Ciudades Muertas de Idlib y también varios yacimientos de Daraa, Homs, Hama y Bosra, así como los mencionados Tell o la ciudad antigua de Palmira, parada obligatoria en las antiguas rutas de caravanas comerciales, una ciudad con restos romanos, bizantinos e islámicos considerada Patrimonio de la Humanidad desde 1980 donde los carros de combate y las piezas de artillería pesada han sido dispuestas cerca de la gran muralla. Un informe del Fondo para la Herencia Global asegura que “los tanques se han desplegado cerca de las ruinas romanas a la entrada de Palmira. Aunque las comunicaciones están interrumpidas desde el principio de la campaña [militar], aquellos residentes que han logrado salir hablan de fuego diario de ametralladora y disparos de tanque”.

“A eso se suman las excavaciones clandestinas que están teniendo lugar”, continúa Rodrigo Martín. “Se están produciendo excavaciones ilegales delante del Ejército. Aquí podríamos hablar de desidia por parte de las autoridades o de complicidad”. En este sentido, los arqueólogos de El Patrimonio Arqueológico Sirio en Peligro recuerdan la corrupción que históricamente ha rodeado a las antigüedades sirias, “muy difícil de combatir en el contexto de un régimen totalitario que elige y designa a los funcionarios”, como escriben en su Llamamiento a la Preservación del Patrimonio Cultural Sirio dirigido a las Instituciones Científicas Internacionales y a la comunidad internacional. “En esta revolución, algunos funcionarios han encontrado el momento propicio para hacer aprobar proyectos ilegales como la construcción en zonas protegidas o saquear los yacimientos. Estas prácticas no son nuevas, pero encuentran un terreno propicio en este periodo de relativa anarquía”, prosigue el documento.

“La UNESCO tiene reglas estrictas sobre el número y el tipo de construcciones permitidas en los alrededores de zonas consideradas Patrimonio de la Humanidad”, prosigue Emma Cunliffe desde Gran Bretaña. “En situaciones donde hay ausencia de seguridad, la gente se aprovecha construyendo lo que no debería. Construyen en yacimientos, o justo al lado de ellos, a menudo usando piedra robada a las ruinas antiguas. Han aparecido recientemente informes con listas de lugares donde se cree que esto está ocurriendo”.

La dificultad a la hora de confirmar las informaciones desborda a los expertos. “Según la información que sale de Siria, el lugar más dañado ha sido Apamea, candidato a Patrimonio de la Humanidad, una ciudad del siglo XII cuya ciudadela sigue estando habitada. La ciudadela, Qaalat al Mudiq, ha sido extensamente bombardeada y después el Ejército ha empleado bulldozers para penetrar en sus muros. La antigua columnada de las ruinas también ha resultado dañada por los bombardeos: hay vídeos colgados en Internet”, evalúa Cunliffe. “Sin embargo, probablemente el peor daño ha provenido de los saqueos. Según la DGAM, hombres armados atacaron el lugar, se enfrentaron a la guardia y comenzaron a saquear las ruinas, y el saqueo prosigue cada noche. Han usado taladros y excavado agujeros de más de dos metros de profundidad. Se dice que ahora el área saqueada es mayor que la zona excavada por los arqueólogos en los últimos 60 años, y puede que nunca sepamos qué se ha perdido”.

Esa es la versión oficial, promovida por los medios estatales sirios y po la Dirección General de Antigüedades y Museos (DGAM) de Damasco. Según el régimen, son los rebeldes los responsables de saqueos, agresiones y daños causados al Patrimonio. Pero la presencia del Ejército regular sirio en Apamea, donde controlan el perímetro de la ciudad, dirime cualquier duda sobre la autoría de los saqueos pese al discurso oficial. Rodrigo Martín trató durante años con la institución siria. “En la DGAM todo está bien vigilado desde arriba. Sería inconcebible una voz discrepante con la versión oficial porque perdería su trabajo o se arriesgaría a cosas peores”, dice antes de recordar que dos miembros de su grupo, arqueólogos sirios y funcionarios de la DGAM, fueron despedidos tras participar en París en una protesta contra la represión militar.

A la hora de buscar responsabilidades, los componentes del grupo no tienen dudas. Si bien no descartan que algunos grupos armados estén atentando contra el patrimonio histórico, insisten en que “de la destrucción del Ejército tenemos pruebas claras, mientras que no podemos probar la destrucción por parte de la oposición”. Martín Galán recuerda el último caso de ‘agresión’ registrada por los insurrectos: los graffitis aparecidos recientemente en el Acueducto de Hama, “un atentado no irreversible y el único daño registrado hasta ahora en el sistema hidráulico”. En el grupo Facebook aparecen algunos vídeos con pintadas similares en otros muros de valor histórico.

La situación de los museos merece capítulo aparte, sobre todo tras el siniestro precedente que se creó con el saqueo del Museo Nacional de Bagdad en marzo de 2003, cuando la invasión angloamericana de Irak sumió al país en la anarquía. Miles de piezas –los cálculos más elevados hablaron de 170.000- fueron robadas ante la impotencia de los funcionarios, incapaces de parar a los saqueadores y ante la impasividad de las tropas norteamericanas situadas cerca de los accesos del centro cultural. De los 38 museos nacionales sirios, las autoridades afirman haber evacuado las piezas de los más importantes. “No sabemos ni cómo se trasladan ni a dónde. La metodología, el inventario, las condiciones de conservación, etcétera son una nebulosa que alimenta la preocupación de la comunidad arqueológica internacional”, prosigue Martín. No es una sorpresa, dado que la “mayoría de las colecciones de los museos sirios no están inventariadas ni documentadas”, según el Llamamiento para la Preservación de los Museos Sirios redactado por su colectivo, donde se denuncia que las infraestructuras de los mismos son “a menudo obsoletas y el personal y la seguridad es insuficiente, pese a ello, cada año, en los museos sirios se confían todos los descubrimientos realizados por docenas de misiones internacionales arqueológicas que trabajan en su territorio. La riqueza incomparable de esta contribución, que se estima en decenas de miles de objetos, se convierte hoy en una terrible debilidad”.

El Consejo Internacional de Museos (ICOM) ha elaborado una lista de Observación Siria según la cual, a 6 de abril de 2012, se había informado de la evacuación de piezas de seis museos: Alepo, Dara, Hama, Homs, Palmira y Quneitra. También se informa de saqueos en tres centros: Apamea, Hama y Homs. “La DGAM ha trasladado piezas a lugares seguros en algunos de los museos más grandes, como Alepo, pero otros museos regionales pequeños han sido saqueados. En al menos uno de los casos, los informes indican que el día en que el museo fue saqueado fue el mismo en que el personal no pudo ir a trabajar porque el Ejército bloqueaba los accesos. Los objetos incluyen armas antiguas y figuras como una estatua de oro de una deidad aramea datada en el siglo VII antes de Cristo. Como son piezas conocidas, la lista ha comenzado a circular por negocios de subastas y por organizaciones internacionales como Interpol, que puso la estatua dorada en la lista de lo más buscado el pasado diciembre”, explica Emma Cunliffe.

La estatua dorada es el objeto más icónico de lo desaparecido –que se sepa- hasta ahora en Siria, tanto que el colectivo que denuncia el peligro del Patrimonio la ha adoptado como símbolo. El régimen ha denunciado saqueos en diferentes ocasiones: en abril, afirmó que 1.300 restos arqueológicos fueron decomisados por las autoridades cuando intentaban ser expoliados vía el Líbano.

La situación es tan grave que la directora de la UNESCO, Irina Bokova, lanzó el 29 de mayo un llamamiento por la protección del Patrimonio sirio que no tardó en ser adoptado por la Interpol, quien pidió a sus países miembros extrema vigilancia ante el posible tráfico de antigüedades sirias. En cualquier caso, según la Convención de Patrimonio Mundial firmada por Siria en 1975, las autoridades son las responsables de la protección del patriomonio cultural en tiempos de inestabilidad política, como recordó la responsable de la UNESCO. “Exhorto a las autoridades sirias a respetar las convenciones internacionales que han firmado, en particular la Convención para la Proteción de Bienes Culturales en caso de conflicto armado (1954), la Convención que concierne a las medidas a tomar para impedir y prohibir la importación, exportación y transferencia de propiedades ilícitas de bienes culturales (1970) y la Convención de Patrimonio Mundial de 1972”.

El temor de los arqueólogos tiene a Hama como precedente. Tras el brutal asalto de 1982 del entonces presidente Hafez Assad, padre del actual dictador sirio, decenas de miles de personas (entre 10.000 y 40.000, según las fuentes) fueron asesinadas y el patrimonio arquitectónico de Hama quedó destruido. El museo fue arrasado. Nadie levantó la voz entonces.

Hoy en día, los expertos advierten que perder el patrimonio cultural de Siria significaría borrar páginas enteras de la Historia de la Humanidad. Sin esos yacimientos no se entendería la revolución Neolítica que significó el paso de las sociedades de cazadores recolectores a comunidades sedentarias productoras de alimentos, los orígenes del sedentarismo, la aparición de la escritura, la definición de los primeros panteones estructurados, de lenguas y archivos, del urbanismo, la invención del alfabeto o la emergencia de las religiones monoteístas. La queja de los arqueólogos es clara. “Hace más de un año que la situación se está degradando. Se podrían haber tomado medidas de protección que no se han adoptado pese a los acuerdos internacionales suscritos en ese sentido”.

Los componentes de El Patrimonio Arqueológico Sirio en Peligro advierten a la comunidad internacional que los siguientes lugares están en “peligro mayor”. “Las Ciudades Muertas, clasificadas por la UNESCO como Patrimonio Mundial en 2011, la Citadela de Mudiq, la ciudad de Palmira, los yacimientos arqueológicos de Tell Khan Sheikhoun, Tell Qarqur, Tell Afis, Tell Sheikh Hamad, Tell Ash’ari y Tell Hamukar así como lugares de culto como la mezquita Al Omari de Daraa y las mezquitas históricas de la ciudad de Homs”. “La duración del conflicto es nuestro mayor temor. Si el vacío en la estructura de poder se llena, el problema podría resolverse, pero si se va a la iraquización del conflicto, los posibles daños nos dan mucho miedo”, explica el portavoz del grupo de arqueólogos. “Estamos hablando de anarquía, batallas y agresiones de norte a sur y de este a oeste de Siria. Lo peor que puede ocurrir es que se prolongue en el tiempo”.
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