sábado, 25 de agosto de 2012

El enigma de la momia con un bebé en brazos

Manuel Ansede
17/07/2012


Era el 22 de abril de 1864 y el médico militar Manuel Almagro, tras desembarcar en Cobija, el único puerto boliviano en el océano Pacífico, alquiló una mula de carga y otra de silla. Se iba a adentrar en el desierto de Atacama, con un viento ardiente que borraba los caminos y la única compañía de un riachuelo de agua salobre y tan desagradable que no la bebían ni sus bestias. El día 27, tras una agónica travesía por el arenal, llegó al caserío de Chiu Chiu, a 45 leguas de Cobija, donde sabía que podía encontrar cadáveres momificados

Era el segundo europeo en aventurarse por allí, tras el paso del alemán Aquinas Ried en 1851. “Practicó allí muchas excavaciones, de las cuales tuvo el placer de sacar numerosas momias, que con mucho trabajo han podido ser conducidas hasta Madrid”, escribió él mismo en un libro a su regreso. El desierto era tan inhóspito que las recuas lo cruzaban desde las minas de Potosí con cargamentos de plata acuñada guiadas por un solo hombre. No había peligro de bandidos. Para volver, Almagro se unió a una de estas recuas, que transportaba 120.000 pesos.

El médico militar, miembro de la Comisión del Pacífico, la mayor expedición científica española del siglo XIX, volvió con 37 momias sustraídas a la tierra con todo su ajuar funerario en Perú y Chiu Chiu, territorio de Bolivia hasta que fue anexado por Chile en 1879, tras la Guerra del Guano y del Salitre. Una de ellas era un ejemplar único: lo que parecía una madre con un bebé en sus brazos.

Su postura pone los pelos de punta. Todas las momias aparecen con las piernas flexionadas de tal manera que las rodillas rozan sus barbillas, pero la mujer aparece sentada como una sirena con el niño momificado apoyado en su antebrazo derecho, en un gesto que todavía provoca ternura. La chica, fallecida alrededor del año 1500, conserva todos los cabellos, que caen sobre sus hombros secos en dos largas trenzas negras.

En un armario

La momia se expuso en Madrid desde la llegada de la expedición hasta mediados de la década de 1970, cuando desapareció de las vitrinas del Museo Nacional de Antropología. Literalmente, se esfumó de la faz de la Tierra. Poco más se volvió a saber de una de las momias más singulares de América.

Casi 40 años después, la antropóloga Patricia Alonso abre una puerta camuflada en una de las salas del museo. Es un armario minúsculo con unas pocas cajas sin tapa, cubiertas por un papel plástico. Alonso, con guantes blancos y mucho mimo, descubre la primera de ellas y aparece una momia típica, en posición fetal, llevada por Almagro a Madrid en 1866. Muy cerca, sin caja y directamente apoyada en una especie de colchoneta, se halla la momia con el bebé en brazos. Ya no está sentada, sino tumbada boca arriba. Más de medio milenio después de su muerte, a esta presunta familia momificada también le afecta la crisis económica española.


Los análisis de ADN permitirían saber si realmente eran madre e hijo

“Un museo no puede tener piezas simplemente para tenerlas almacenadas”, sostiene Alonso, conservadora de la colección de América del Antropológico, que también atesora otras 2.625 piezas procedentes de América. En sus almacenes hay cuatro momias más la del bebé. La intención del museo era poner en marcha un proyecto para mejorar las condiciones de conservación de las momias, investigar la cultura de Atacama para contextualizarlas y llevar a cabo análisis de ADN para comprobar si la mujer y el bebé en sus brazos eran realmente madre e hijo.

Además, el museo se proponía rastrear las huellas de las momias para saber exactamente cuál fue el destino de las 37 que llegaron con la Comisión del Pacífico. 22 de ellas están localizadas en el pequeño Museo Reverte Coma de Madrid, reformado tras cinco años de obras pero parcialmente cerrado con la crisis económica porque a la becaria que se encargaba de abrir sus puertas se le ha acabado la ayuda.

Sin financiación

“El proyecto de investigación de las momias está ahora mismo parado por falta de financiación”, lamenta Alonso, que se iba a ocupar de indagar en la cultura de Atacama. Con ella estaban el especialista en antropología física Antonio González Martín y el historiador de América Miguel Luque, ambos de la Universidad Complutense de Madrid, una institución pública ahogada por los recortes en educación en la Comunidad de Madrid.

“Por ahora no tenemos intención de exponer las momias. Si finalmente conseguimos llevar a cabo el proyecto sí podríamos realizar una exposición temporal para mostrar los resultados y expondríamos las momias contextualizadas, recreando un enterramiento de la cultura de Atacama con su ajuar funerario”, explica Alonso, que tiene por norma no mostrar restos humanos al público sin una justificación científica.

La estancia de las momias en España, además, no es bien vista por la comunidad indígena de Chiu Chiu, que en 2007 consiguió que el Museo Nacional de los Indios Americanos, en Washington (EEUU), devolviera una momia adquirida por un coleccionista norteamericano en 1919. “Claramente este exilio cultural [...] está llegando a su fin y refleja la voluntad de desarrollar planes y programas de repatriación que desde el Gobierno [...] valoramos profundamente”, declaró la entonces ministra de Educación de Chile, la democristiana Yasna Provoste.


El museo es favorable a las repatriaciones si los restos son enterrados

“Además de ser un momento de mucha alegría, lo es también de mucha justicia, porque viene a consagrar la dignidad que nosotros queremos para nuestros pueblos originarios”, añadió. La Unesco también apoya la restitución de restos humanos a su lugar de origen.

“Nuestra postura está en la línea del Acta de Repatriación de Restos Humanos y Objetos Sagrados de Estados Unidos. Somos favorables a la repatriación de restos humanos si es para que sean enterrados”, señala Alonso. Así se hizo en EEUU con los restos de más de 200 indios pueblo, que volvieron en 2000 al Parque Histórico Nacional Pecos, en Nuevo México, 80 años después de que fueran desenterrados para exponerlos en la Universidad de Harvard.

“Los técnicos del museo no podemos decidir sobre la restitución a las comunidades de origen de las colecciones, podemos hacer informes favorables o desfavorables, pero la decisión se toma en el Consejo de Ministros, y siempre tiene que haber una petición previa de la comunidad de origen”, aclara Alonso. La momia procedente del desierto de Atacama seguirá, por el momento, encerrada en una habitación de Madrid, con su bebé en brazos.


--------------------------------------------------------------------------------



Radiografiando momias por las noches


El médico Ángel Minaya solicitó hace años permiso para llevar a cabo un examen radiológico de la momia con el bebé en brazos, pero el Museo Nacional de Antropología, dirigido desde 1973 por Pilar Romero de Tejada y Picatoste, se lo denegó. Minaya, antes al mando de una clínica de radiología y ahora médico en una mutua de accidentes, lleva desde 2006 analizando las momias del Museo Reverte Coma por afición, acudiendo a hospitales de noche con las momias en brazos aprovechando que algún amigo está de guardia. Ya ha analizado a ocho.

“En España ya no hay dinero para nada y mucho menos para financiar las radiografías de las momias”, explica. Él pone dinero de su bolsillo para completar los exámenes y los publica debidamente en revistas científicas. En su opinión, el caso de la momia y el bebé “parece tratarse de una madre muerta de parto con su niño en brazos”.
http://esmateria.com/2012/07/17/el-enigma-de-la-momia-con-un-bebe-en-brazos/

No hay comentarios:

Publicar un comentario