martes, 24 de enero de 2012

Sobre burros en el Antiguo Egipto


Vértebras lesionadas de los burros de Abydos. (Foto: PNAS)
elmundo

Fósiles encontrados en una tumba en el yacimiento de Abydos. (Foto: PNAS)
elmundo

Noticia del 2008
Cinco milenios de historia con los burros

■Descubren en una tumba de Egipto 10 esqueletos de estos animales
■El hallazgo demuestra que ya se usaban como medio de transporte hace 5.000 años
ROSA M. TRISTÁN

MADRID.- Injustamente denostado por su cabezonería e ignorancia, el burro ('Equus asinus') lleva 5.000 años ayudando al ser humano en la dura tarea de acarrear pesadas cargas. Así lo acaba de desvelar un equipo internacional de investigadores, que ha encontrado 10 esqueletos que demuestran que su proceso de domesticación fue más lento y menos lineal de lo que se piensa.

Los arqueólogos, dirigidos por Fiona Marshall, antropóloga de la Universidad de Washington (Estados Unidos), han podido retroceder a sus primeros días gracias al hallazgo de los 10 esqueletos de burro en una tumba del complejo mortuorio faraónico de Abydos, al sur de El Cairo.

Se desconoce el nombre del Rey que quiso tenerles a su lado en la otra vida, aunque se sabe que vivió 3.000 años a. de C., en la primera dinastía, la época de los faraones Narmer y Aha.

Los sepulcros para enterarles fueron construidos con ladrillos de fango y cubiertos con madera, por los que estaban prácticamente completos. Tan sólo a uno de ellos le faltaba el cráneo, posiblemente por la acción de antiguos saqueadores de tumbas.
Debido a su excepcional conservación, los arqueólogos incluso encontraron pelos y tejido para analizar el ADN y han podido realizar un análisis comparativo de sus huesos con los de los asnos salvajes africanos (somalís y nubios), con fósiles hallados anteriormente y con 53 ejemplares de burros modernos de diferentes continentes.

«La investigación nos dice que su origen es africano y que la domesticación fue previa a cambios en su esqueleto e incluso en sus genes», explica Marshall a raíz de la publicación del trabajo en la revista 'Proceedings of National Academy of Science (PNAS)' en su edición de esta semana.

Vértebras lesionadas

Lo cierto es que aquellos primitivos burros egipcios, que al parecer provenían de los asnos nubios, tenían lesiones en las vértebras causadas por el peso, así como otras patologías propias del confinamiento. Sin embargo, aún se parecían mucho a sus antepasados, algo mayores.

Se descubrió, también, que existían entre ellos numerosas diferencias individuales, lo que fundamenta la hipótesis de que su domesticación fue lenta, aunque ya se observa un cambio fenotípico considerable durante esa temprana dinastía.

Algunos investigadores mantienen que los pastores africanos comenzaron a utilizarles hace unos 6.000 años, cuando aumentó la aridez en el desierto del Sáhara. "Su capacidad de llevar cargas pesadas en tierras sin vegetación les permitía moverse más lejos y con más frecuencia", señalan los arqueólogos.

El hecho de que fueran enterrados cerca del faraón da idea del gran valor social que se les otorgaba por esta función que, de hecho, siguen ejerciendo en buena parte del norte de África y, en general, en las zonas más pobres del globo a las que no llegan los todoterreno.

No es de extrañar su prestigio durante la primera dinastía, cuando era habitual que al morir el faraón se enterrara, en otras tumbas cercanas, restos de animales u objetos que pudieran serles útiles en la otra vida.

Después, como recuerda el arqueólogo del CSIC Andrés Diego Espinel, cayeron en desgracia y se les relacionó con el dios egipcio del mal Seth. "Más adelante en el tiempo ya es raro encontrarlos en una necrópolis porque tenían un valor negativo".
Debido a su excepcional conservación, los arqueólogos incluso encontraron pelos y tejido para analizar el ADN y han podido realizar un análisis comparativo de sus huesos con los de los asnos salvajes africanos (somalís y nubios), con fósiles hallados anteriormente y con 53 ejemplares de burros modernos de diferentes continentes.

«La investigación nos dice que su origen es africano y que la domesticación fue previa a cambios en su esqueleto e incluso en sus genes», explica Marshall a raíz de la publicación del trabajo en la revista 'Proceedings of National Academy of Science (PNAS)' en su edición de esta semana.

Vértebras lesionadas

Lo cierto es que aquellos primitivos burros egipcios, que al parecer provenían de los asnos nubios, tenían lesiones en las vértebras causadas por el peso, así como otras patologías propias del confinamiento. Sin embargo, aún se parecían mucho a sus antepasados, algo mayores.

Se descubrió, también, que existían entre ellos numerosas diferencias individuales, lo que fundamenta la hipótesis de que su domesticación fue lenta, aunque ya se observa un cambio fenotípico considerable durante esa temprana dinastía.

Algunos investigadores mantienen que los pastores africanos comenzaron a utilizarles hace unos 6.000 años, cuando aumentó la aridez en el desierto del Sáhara. "Su capacidad de llevar cargas pesadas en tierras sin vegetación les permitía moverse más lejos y con más frecuencia", señalan los arqueólogos.

El hecho de que fueran enterrados cerca del faraón da idea del gran valor social que se les otorgaba por esta función que, de hecho, siguen ejerciendo en buena parte del norte de África y, en general, en las zonas más pobres del globo a las que no llegan los todoterreno.

No es de extrañar su prestigio durante la primera dinastía, cuando era habitual que al morir el faraón se enterrara, en otras tumbas cercanas, restos de animales u objetos que pudieran serles útiles en la otra vida.

Después, como recuerda el arqueólogo del CSIC Andrés Diego Espinel, cayeron en desgracia y se les relacionó con el dios egipcio del mal Seth. "Más adelante en el tiempo ya es raro encontrarlos en una necrópolis porque tenían un valor negativo".
http://www.elmundo.es/elmundo/2008/03/10/ciencia/1205169704.html



How wild asses became donkeys of the pharaohs
The ancient Egyptian state was built on the backs of tamed wild asses. Ten skeletons excavated from burial sites of the first Egyptian kings are the best evidence yet that modern-day donkeys emerged through domestication of African wild asses. The 5000-year-old bones also provide the earliest indications that asses were used for transport.

The skeletons suggest that the smaller frames of today's donkeys hadn't yet evolved. Instead, the bones resemble those of modern-day Nubian and Somali wild asses, which are much larger than today's donkeys.

Extensive wear on the joints of the excavated skeletons shows that the animals lived their lives transporting heavy loads. Cargoes may have included stone for a nearby temple at the excavation site in Abydos, 500 kilometres south of Cairo, as well as wine, grain and precious stones.

"This is the very dawn of the Egyptian state, the engine of which was the donkey," says Fiona Marshall of Washington University in St Louis, Missouri, US, a member of the research team.

The only anatomical signs of the transition from ass to donkey are changes in the metatarsal bone of the lower leg, which made the leg more compact – presumably an adaptation to cope with carrying loads.

Journal reference: Proceedings of the National Academy of Sciences (DOI: 10.1073/pnas.0709692105)

Ancient DNA identifies donkey ancestors, people who domesticated them
Genetic investigators say the partnership between people and the ancestors of today's donkeys was sealed not by monarchs trying to establish kingdoms, but by mobile, pastoral people who had to recruit animals to help them survive the harsh Saharan landscape in northern Africa more than 5,000 years ago.

The findings, reported today by an international research team in Proceedings of the Royal Society B, paint a surprising picture of what small, isolated groups of people were able to accomplish when confronted with unpredictable storms and expanding desert.

"It says those early people were quite innovative, more so than many people today give them credit for," said senior author Connie J. Mulligan, Ph.D., an associate professor of anthropology at the University of Florida and associate director of the UF Genetics Institute. "The domestication of a wild animal was quite an intellectual breakthrough, and we have provided solid evidence that donkey domestication happened first in northern Africa and happened there more than once."

Sorting through the most comprehensive sampling of mitochondrial DNA ever assembled from ancient, historic and living specimens, scientists determined that the critically endangered African wild ass -- which today exists only in small numbers in eastern Africa, zoos and wildlife preserves -- is the living ancestor of the modern donkey.

What's more, researchers found evidence to suggest that a subspecies called the Nubian wild ass, presumed vanished late in the 20th century, is not only a direct ancestor of the donkey -- it may still exist.

The ancestors of the domestic donkey were considered vital for collecting water, moving desert households and creating the first land-based trade routes between the ancient Egyptians and the Sumerians, according to study co-author Fiona B. Marshall, Ph.D., a professor of anthropology at Washington University in St. Louis.

An Old World prehistorian, Marshall has documented evidence of the donkey's domestic service by looking at skeletal wear and tear of animal remains found entombed near Egyptian pharaohs.

In the new study, scientists traced the family trees of the domestic donkey using samples from living animals, skeletons of African wild ass held in museums worldwide and isolated donkey bones from African archaeological sites.

"These were the first transport animals, the steam engines of their day," Marshall said. "Today domestic donkeys are often conceived of as animals of poor people, and little is known about their breeding. This is the first study to determine the African wild ass, which includes the Nubian strain, is the ancestor of the domestic donkey. That's important to know for efforts to preserve the species."

There are small numbers of the Somali subspecies of the African wild ass in zoos and wildlife preserves, and about 600 still exist in the wild in Eritrea and Ethiopia, but the Nubian subspecies was last seen in the Red Sea Hills of Sudan late in the 20th century.

Hope for its continued existence springs from a sample collected in northern Africa in the mid-1990s by co-author and biologist Albano Beja-Pereira of the University of Porto, Portugal. If any Nubian survivors are found, the possibility remains that the animals could be bred and reintroduced into the wild. The evidence reinforces the need for surveys and wildlife management plans in eastern Sudan and northern Eritrea, researchers say.

"The whole idea behind conservation is the need to maintain genetic variation," Mulligan said. "We don't know which elements are more or less important, but we think the whole range of diversity is important to the health of the species. Knowing the genetic makeup of the animals is essential to protect that diversity."

In addition, placing the domestication of the donkey in northern Africa helps scientists better understand the archaeological record and early culture of the area, researchers say.

"Knowing where a domestication event first occurred is important, because there are always cultural ramifications from being first," said Sandra Olsen, Ph.D., curator of anthropology at the Carnegie Museum of Natural History in Pittsburgh, who did not participate in the research. "With a nucleus of animals that can serve as either a food source, transportation or some other purpose, particular cultures acquire advantages that make them more successful than their neighbors. Consider that animals like the horse and the donkey were used for military purposes.

"From the point of view of a biologist or someone who studies animal husbandry, it is interesting to find the source for a species because it can even have veterinary ramifications," she said. "The work done in this project is extraordinary. They located very hard to find samples not common at all in museums, and the archeological specimens are difficult to obtain positive results from because the heat often destroys the organic material. They've made some considerable advances."

Besides revealing that the African wild ass is the living ancestor of today's domestic donkeys, the genetic evidence also reveals that the Somali wild ass is not a living ancestor as once suspected, but closer akin to a more modern cousin.

That leaves a question of a remaining, yet unidentified ancestor of modern donkeys believed to have sprung from a different branch of the family. Researchers suspect that ancestors of this animal are extinct, but they may have roamed the Maghreb of northeastern Africa, and possibly the coast of Yemen.

The research was initiated by funding from the National Science Foundation and also supported by the Wildlife Trust, St. Louis Zoo, Basel Zoo, Liberec Zoo and the Sea World and Busch Gardens Conservation Fund.

Conservation samples were collected by co-authors Patricia D. Moehlman of the International Union for Conservation of Nature, Hagos Yohannes of the Eritrea Ministry of Agriculture and Fanuel Kebede of the Ethiopian Wildlife Conservation Authority.


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Additional authors include Birgitta Kimura of Santa Fe College, Shanyuan Chen and Sonia Rosenbom of the University of Porto, Noreen Tuross of Harvard University, Richard C. Sabin of the Natural History Museum of South Kensington, London; Joris Peters of Ludwig-Maximilian University, Munich; Barbara Barich of Sapienza University of Rome, Redae Teclai of the Eritrea Ministry of Agriculture and Fanuel Kebede of the Ethiopian Wildlife Conservation Authority.
http://www.eurekalert.org/pub_releases/2010-07/uof-adi072810.php


http://www.vanguardia.com.mx/diario/noticia/sociedad/vidayarte/el_valor_de_los_burros/259667

El valor de los burros
El ‘todoterreno’ de los pobres fue una vez el ‘hummer’ de los ricos —el descubrimiento de varios esqueletos de estos animales en una tumba del antiguo Egipto, demuestra que los faraones les daban un enorme valor social

Por: Redacción
20-Noviembre-2008
Injustamente denostado por su cabezonería e ignorancia, el burro (Equus asinus) lleva más de 5 mil años ayudando al ser humano en la dura tarea de acarrear cargas y transportar personas de un lugar a otro. Así lo confirmó un equipo internacional de investigadores, que encontró varias osamentas de esos animales, en una tumba real del antiguo Egipto.

Un grupo de arqueólogos, dirigidos por Fiona Marshall, de la Universidad de Washington (Estados Unidos), han podido retroceder a los primeros días del burro, gracias al hallazgo de 10 esqueletos en una tumba del complejo mortuorio faraónico de Abydos, localizado al sur de El Cairo.

Puesto que los habitantes del antiguo Egipto creían que al morir se iniciaba un viaje al más allá, los “pudientes” trataban de llevarse consigo las pertenencias que podrían serles útiles en el tránsito hacia su nueva morada. Así que el dueño de estos burros quiso asegurarse de que estuvieran disponibles para lo que se pudiera presentar en su nuevo destino.

Los restos permitieron fechar el entierro en el año 3000 antes de Cristo, en la época de la primera dinastía de los faraones Narmer y Aha.

Los sepulcros en donde se enterraron los burros fueron construidos de ladrillos, por lo que estaban prácticamente completos y en buenas condiciones. Tan sólo a uno de ellos le faltaba el cráneo, posiblemente por la acción depredadora de los saqueadores de tumbas.

Debido a su excepcional conservación, los arqueólogos incluso encontraron pelos y tejidos para analizar el ADN, y con esos análisis han podido realizar una interesante comparación con los asnos salvajes de varias regiones del planeta.

“Este hallazgo nos ha permitido concluir sin lugar a dudas que el origen del burro es claramente africano y que la domesticación de este animal se llevó a cabo mucho antes de lo que se pensaba”, explican los investigadores en un artículo publicado en la revista de la Academia Nacional de Ciencias, de Estados Unidos.

Evidencia en las vértebras

Todos los burros encontrados en la tumba egipcia, que al parecer provenían de los asnos nubios (región del Nilo), tenían lesiones en las vértebras, una evidencia clara de que eran utilizados como animales de carga.

Se descubrió, también, que existían entre ellos numerosas diferencias individuales, lo que fundamenta la hipótesis de que ya había una gran variedad de fenotipos durante las tempranas dinastías faraónicas.

De hecho, algunos investigadores sostienen que los pastores africanos comenzaron a utilizar los burros hace por lo menos 6 mil años, debido a su extraordinaria capacidad de llevar cargas pesadas y de subsistir en tierras con poca vegetación.

El hecho de que las osamentas encontradas aparecieran tan cerca de la tumba del faraón, da idea del aprecio y la gran utilidad que tenían los burros para todos los grupos sociales de la región y de la época.

Una función que los burros siguen ejerciendo en las zonas a las que no llegan los modernos medios de transporte.
Desafortunadamente, con el tiempo, los burros cayeron en desgracia, incluso en el propio Egipto, donde ya era raro encontrarlos en un cementerio o en una necrópolis.
Un animal versátil

El burro, asno o jumento, es un mamífero domesticable que pertenece a la familia de los équidos.

La palabra “burro” es un derivado regresivo de burricus (latín tardío) que significaba “caballo pequeño”; y que en los primeros tiempos era castrado y usado para tirar y cargar.

Un burro macho puede ser cruzado con una yegua y producir un mulo o una mula; y un caballo puede ser cruzado con una burra y producir un burdégano. El resultado es una hibridación, es decir, el producto de una cruza entre dos variedades animales, de la que resulta un animal más fuerte y vigoroso.

Tanto el mulo como el burdégano son estériles y por lo tanto no pueden tener descendencia (los caballos, que tienen 64 cromosomas, y los burros, que tienen 62, producen crías con 63 cromosomas).

Los mulos son extraordinariamente dóciles, fuertes y resistentes, por eso, para los conocedores, son los animales de carga ideales; los burdéganos, en cambio, son pequeños y débiles.

Al contrario de los mulos, se dice que las mulas tienen un temperamento “intratable”. De ahí que se les llame “mulas” a las personas de conducta difícil.


Cultura y mitología

Los burros no son tan rápidos como el caballo, en cambio tienen una larga vida, poseen una gran resistencia y son ágiles en caminos difíciles.

Sin embargo, tienen una mala reputación por su terquedad.
Esto se debe a una interpretación equivocada, derivada de lo difícil que es forzar a un burro a hacer algo que contradiga sus instintos.

En realidad los burros son animales inteligentes, cautelosos, amistosos, juguetones e interesados en aprender.

En la Roma antigua, el asno, por las dimensiones de su falo, fue consagrado a Príapo, el dios al que se representa con un falo erecto. Por eso en Medicina se la llama priapismo a la condición en la cual el pene no puede perder la erección.

Hay numerosas referencias

Al burro en la Biblia. De hecho, fue el medio de transporte utilizado por la Familia de Nazaret (María, José y Jesús).

El propio Barack Obama ha rescatado la figura del burro, usada como estandarte de los demócratas —lo que demuestra que el burro no es tan tonto como se cree.

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